“Padre Mío, en tus manos pongo mi espíritu” Lc. 23,46.
“ Es la última oración de nuestro Maestro, de nuestro Muy-Amado… que pueda ser la nuestra… Y que sea no sólo la de nuestro último instante, sino la de todos nuestros instantes.”
Esta oración es la oración común de todos aquellos y aquellas que se consideran de Carlos de Foucauld, a través del mundo; por eso fue traducida en muchos idiomas.
Carlos no la escribió tal cual: fue sacada de una meditación más amplia, escrita en 1896, en la cual intentaba unirse a la oración de Jesús en la cruz.